martes, 22 de diciembre de 2015

¡ Felices Vacaciones y mejores lecturas 2016 !

Mural del vestíbulo del IES Hnos. Argensola
Los profesores de la Biblioteca os deseamos que tengáis unas felices navidades y que leáis muchos y buenos libros.

domingo, 13 de diciembre de 2015

Biblioteca de Padres: artículos de interés IV

http://www.abc.es/familia-padres-hijos/20140414/abci-jose-antonio-marina-201404101504.html

PADRES E HIJOS / ENTREVISTA

 

«Si quiere un hijo miedoso, protéjale y resuelva sus problemas»


CARLOTA FOMINAYACARLOTAFOMINAYA / MADRID

Día 14/04/2014 - 09.58h

 

José Antonio Marina dedica su último libro, «Los miedos y el aprendizaje de la valentía», a padres y profesores

«Si quiere un hijo miedoso, protéjale y  resuelva sus problemas»
ISABEL PERMUY

Que el filósofo José Antonio Marina reconozca que «todos tenemos miedos» puede resultar tranquilizador. Aunque haya un matiz que las personas, según este investigador, deberíamos tener claro. «Hay miedos que nos protegen y miedos que nos destruyen. Estos últimos son nuestros enemigos y como tal hay que declararles la guerra». Esta batalla de Marina está especialmente dirigida a los niños, porque sus miedos, asegura, «pueden llegar a entorpecer su desarrollo». Sobre cómo enseñarles a afrontarlos y vencerlos versa su último libro, «Los miedos y el aprendizaje de la valentía», toda una pedagogía del coraje.
—Dice usted que hay miedos que nos protegen, y miedos que nos destruyen. ¿Por qué a veces consigue dominarnos el miedo?
—Porque es muy astuto, es muy sutil, nos engaña con mucha facilidad. Engaña porque nos presenta como solución justo aquello que hay que evitar, que es la huida. Y con muy buenas razones. Por ejemplo: una persona a la que le da miedo ir a una fiesta, en vez de decir "me da miedo la fiesta", lo que piensa es "si va a ser muy aburrida, para qué voy a ir, además no tengo que ponerme, y encima que bien, porque dan una pelicula en la tele". Acaba no yendo, y su decisión le tranquiliza momentáneamente. Pero la soledad es un antídoto falso contra el miedo social. Falso porque en realidad lo está alimentando. Al miedo hay que tenerle verdadero odio. Hay que declararle la guerra.
—Este libro está dedicado a los miedos infantiles y adolescentes. ¿Qué tenemos que ver los padres en los miedos de nuestros hijos?
—Mucho. Los padres deben intentar no transmitir sus miedos al niño, porque los miedos se copian. Otras veces los niños aprenden los miedos porque se los contamos. Les damos demasiadas advertencias del tipo: «No hagas esto que es muy peligroso», lo que hace que los pequeños vayan teniendo la idea de que viven en un mundo hostil lleno de peligros, donde lo mejor es no salir mucho al exterior. Es decir, si usted quiere un hijo miedoso y vulnerable, protéjale, resuelva sus problemas, déle ejemplos de cobardía... En las familias se aprende el modo de enfrentarse a los problemas, que es un componente muy importante de la valentía. La valentía en realidad significa: «Me molestan los problemas como todo el mundo, pero procuro enfrentarme a ellos». En cambio las conductas de evitación favorecen el miedo. Y muchos niños aprenden las conductas de evitación en sus familias.
—Por contra, ¿qué podemos hacer los padres para criar hijos valientes?
—Lo importante es que el niño no aprenda miedos exagerados o peligrosos para él. Eso se puede conseguir demostrándole que vive en un ambiente seguro, que no todo el mundo es malo, que el mundo es previsible (mediante unos ritmos estables de vida...). También no provocándole experiencias de miedo injustificado, ni asustándolo. Y por supuesto, premiando todas las conductas donde el niño demuestre algo de valentía.
—¿Cómo actuamos, en cambio, cuando detectamos un miedo en nuestro hijo?
—Lo primero es no quitarle importancia. Da igual que sea miedo o que viene lloroso porque no le han invitado al cumpleaños de su amiguito. No son cosas de niños. Para el niño en ese momento es muy importante porque está ocupando toda su conciencia. Es muy conveniente que las primeras palabras que aprenda el pequeño (a los dos o tres años) sean palabras que tengan que ver con los sentimientos, tanto de tristeza como de alegría. En el momento en que puede hablar de ellos, verbalizarlos, comunicarlos... también conseguirá tranquilizarse. Hay que tener en cuenta que el niño se asusta cuando no sabe qué le pasa. Si, definitivamente debemos hablarles y conviene mucho que ellos hablen también de sus miedos. Los padres tienen que tener paciencia para escucharles cuando hablan de esto o de cualquier sentimiento que les perturba. Es importante también que sean conscientes de que cuando tienen la primera noticia de los miedos de su hijo, no es el momento de dar consejos, sino de acogerlo y confortarlo. Cuando esté calmado, podremos hablar de ello. Convendría entonces preguntarle qué solución se le ocurre a él. Los niños tienen ideas estupendas. Además, esta es la forma de enseñarle a afrontar los problemas.
—La timidez y las dificultades en las interacciones sociales de los niños aparecen en su última obra como el problema más frecuente e importante de los menores. ¿Cuáles son los procedimientos para luchar contra esto?
—Los procedimientos para luchar contra la timidez pasan por no sobreproteger al niño, porque eso favorece las conductas de evitación y las premia. También por no colaborar con su miedo, permitiéndole que viva en permanente retirada. Y por intentar corregir las explicaciones que se da acerca de su miedo. Sería conveniente ayudarle a mejorar sus habilidades sociales, favoreciendo las ocasiones de exposición al «peligro» (invitando amigos a casa, animándole a que inicie interacciones, etc). También ponerle pequeñas tareas en las que pueda triunfar y elogiar sus éxitos... Es importante combatir la timidez porque esta priva al niño de uno de los grandes antídotos del miedo, que es la amistad y una buena interacción con sus iguales.

El miedo al colegio

—En «Los miedos y el aprendizaje de la valentía» usted cita el miedo a ir a la escuela de determinados niños como otro gran problema en aumento. ¿De dónde nacen y cuál debería ser aquí el papel del docente?
-De que son niños que anticipan consecuencias desfavorables: los compañeros se van a reir, les van a regañar, no van a saber contestar, voy a ser más torpe que los demás... Por alguna razón, estos chicos detectan algún elemento amenazador donde otros no lo ven. Las dificultades de aprendizaje causan muchas preocupaciones. Algunos niños llegan a hacer novillos porque les da miedo no aprender. Estos miedos se podrían achacar a una mala acción del docente. Lo más importante es que estos no caigan en esa tentación de utilizar el miedo, porque es muy fácil hacerlo. Los docentes tenemos que estar alerta porque con frecuencia los niños salen de la escuela sabiendo con certeza para qué no sirven, pero sin tener una idea clara de sus fortalezas. Y eso puede provocar un sentimiento crónico de no poder enfrentarse a los problemas. Con mucha frecuencia se utiliza el miedo como herramienta pedagógica pero la escuela tiene que ser un ámbito alegre y un ámbito de confianza. Esto no se nos debe olvidar nunca.

«El mayor miedo de los adultos es a la evaluación de la mirada ajena»


Marina apunta «al miedo a la evaluación o a la mirada ajena, al que estará pensando el otro de ti, a defraudar», como el problema que más afecta a los adultos. Eso, indica este investigador, «es lo que hace que muchas personas no se atrevan siquiera a ir a comer en público, o a pedir un aumento de sueldo, o a reclamar el dinero que hace tiempo le prestamos a un amigo. Esto en algunas personas llega hasta extremos inconcebibles. Les da vergüenza protestar en una tienda, aunque les hayan cobrado de más. No son miedos patológicos pero son miedos que dificultan mucho la vida».

Biblioteca de Padres: artículos de interés III

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http://icons.el-mundo.net/elmundo/row.gifTRIBUNA EDUCACIÓN
En defensa de los adolescentes
  • El autor defiende que si bien la infancia temprana es una época de especial sensibilidad para el aprendizaje, es en la adolescencia cuando las personas desarrollan sus grandes capacidades sentimentales e intelectuales.

JOSÉ ANTONIO MARINA


LOS PSICÓLOGOS conocen muy bien el fenómeno de las self-fulfilling prophecies, las profecías que se cumplen por el hecho de enunciarlas. Si digo a alguien con la suficiente constancia que es un inútil, posiblemente acabará siéndolo. En educación hablamos del efecto Pygmalión: las expectativas que tenemos sobre los alumnos influye decisivamente en los resultados de esos alumnos. Durante decenios se ha hablado de la crisis de la adolescencia, de la inevitabilidad de las conductas irresponsables, de la falta de madurez de los adolescentes y estos se han convencido de que eso es lo que esperamos de ellos. Y nos obedecen. Con ello se granjean una mala prensa. Abundan libros apocalípticos del estilo de ¡Socorro! ¡Tengo un hijo adolescente!, Mi adolescente me vuelve loco, Esos adolescentes que nos dan miedo, La vida desordenada, Manual para padres desesperados con hijos adolescentes o No mate a su hijo adolescente. Uno de los libro mas completos en español sobre adolescencia lleva como subtítulo Riesgos, problemas y trastornos. En una encuesta española sobre la opinión que tienen sobre los adolescentes madres, padres, educadores y personas mayores, la adolescencia se relaciona con promiscuidad, nocturnidad, malas relaciones familiares, drogodependencia, conductas antisociales. ¡Qué reputación! Para colmo de males, casi siempre que los adolescentes aparecen en los medios de comunicación es en relación con alguna situación problemática. Michel Fize piensa que «repetir tanto que la adolescencia es un problema induce en los jóvenes una actitud que viene a corroborar la imagen que se les envía».

Sin embargo, según el informe La Juventud en España, los adolescentes están mayoritariamente satisfechos con su vida. El nivel de satisfacción (una media de 7'6 en una escala de 1 a 10) se sitúa por encima de la media europea (7'3). Otras encuestas indican que la familia es el valor más importante para chicos y chicas y que, por regla general, la convivencia es buena. La concesión del premio Nobel de la Paz a una adolescente -Malala, la niña que estuvo a punto de morir por querer ir a la escuela- indica hasta qué punto estamos infravalorando la responsabilidad, la capacidad, el talento de los adolescentes. Los mejores expertos en esta edad nos lo están diciendo. Robert Epstein acaba de publicar un libro -Teen 2.0- acusando a los adultos de estar «infantilizando» a los adolescentes. Bernard Stiegler nos reprocha que les hayamos empujado a un consumismo feroz. William Damon, director del monumental Handbook of Child Psychology, de la editorial Wyler, afirma que al rebajar nuestras expectativas hacia ellos les estamos condenando a la mediocridad. Mihály Csíkszentmihályi habla de sus potencialidades en Talented Teenagers. Todos ellos creen que debemos cambiar nuestro modo de interpretar la adolescencia. Los adolescentes son mucho más capaces de lo que pensamos.

La neurología ha venido a confirmar esta nueva idea de la adolescencia. Ha descubierto que el cerebro adolescente sufre un profundo rediseño, que convierte esta edad en un período fundamental para el aprendizaje. Aumenta su eficiencia y rapidez, integra múltiples funciones, se desarrollan los lóbulos frontales, que son los órganos de la planificación y la decisión, se reconfiguran las sinapsis. Como dice una neuróloga especializada en el tema, Linda Spears, «es tal vez la última gran oportunidad para costumizar el propio cerebro», es decir, para diseñarlo de acuerdo a nuestros planes. Los neurocientíficos especializados -como Sarah-Jaynes Blakemore- insisten en que muchas de las conductas que atribuimos a la adolescencia no tienen su causa en la llamada «invasión hormonal», en lo que Spears llama «el mito de la furia hormonal», sino en la profunda remodelación del cerebro. El niño había aprendido a conducir un ciclomotor y se encuentra al volante de un Ferrari: su cerebro. Y un motor de tanta potencia es admirable, pero exige aprender a conducir de nuevo.

Durante décadas hemos estado diciendo que la gran época del aprendizaje era la primera infancia. «Los tres primeros años duran toda la vida», decía un lema que hizo fortuna. Ahora ya sabemos que esto no es así. Aprendemos durante toda la vida. Sin embargo, hay dos épocas de especial «sensibilidad cerebral para el aprendizaje»: la infancia temprana y la adolescencia. Estamos cuidando la primera, porque el mensaje ha calado en la sociedad. Por desgracia, no ha sucedido lo mismo con la segunda. De tanto insistir en lo problemático de la adolescencia, no hemos explotado su formidable capacidad. Por eso he emprendido una campaña en defensa del talento adolescente. Es el momento en que las personas desarrollan sus grandes capacidades de actuar, que ejercerán durante el resto de su vida. Es la edad en que aprendemos a tomar decisiones y, de hecho, tomamos algunas que influirán en toda nuestra vida. Debemos aprovechar esta irrepetible oportunidad educativa, que ahora estamos despilfarrando. El talento no está antes, sino después de la educación, y si tomamos en serio que durante la adolescencia se desarrolla el talento, maltrataríamos a nuestros jóvenes si no la cuidáramos. Y no lo estamos haciendo. La adolescencia se ha ampliado en nuestra cultura para evitar que los niños entraran demasiado precozmente en el mundo del trabajo. Esa ampliación tenía un motivo estrictamente educativo. Sin embargo, una vez tomada tan justa decisión no sabemos como educarlos.

El viejo paradigma de la adolescencia está cambiando. Tanto UNICEF como el Banco Mundial han advertido que la educación de la adolescencia es la que asegura el progreso. Acabo de hacer una revisión sobre nuevos métodos de educación positiva de los adolescentes para el Centro Reina Sofía para la Adolescencia, y en la Universidad de Padres los hemos puesto en práctica. La pedagogía adolescente es diferente a la pedagogía infantil. Podemos dirigir el aprendizaje del niño, pero tenemos que conseguir que el adolescente tome las riendas de su aprendizaje, se haga cargo de los mandos. ¡Pero si eso es lo que nos está pidiendo a todas horas! La búsqueda de la propia identidad, la necesidad de independencia, la negociación con la propia infancia, el establecimiento de nuevas relaciones familiares, no son sino manifestaciones del cambio neuronal del que les he hablado. También lo es la asunción de responsabilidades, cosa que nos resulta difícil de comprender.

Y LA PRIMERA responsabilidad es la de definir su personalidad. Carol Dweck, de la Universidad de Stanford, recomienda explicarles el nuevo paradigma -más exigente pero más optimista- a los adolescentes. Hacerles conscientes de que es la época en que pueden ampliar sus posibilidades. Saber que pueden mejorar su inteligencia, gestionar mejor sus sentimientos, cambiar aspectos de su personalidad, produce en los alumnos una productiva euforia. Su ansia de libertad se concreta entonces en liberarse de limitaciones y miedos personales injustificados. Martin Seligman, Angela Duckworth y Cyril Feurstein proponen programas sectoriales que podemos aprovechar. Es conveniente también contarles las historias de adolescentes que han hecho cosas importantes, y que no son niños prodigio, sino niños que han aprovechado la energía de su edad, y han sabido desarrollar una pasión. Malala, la pasión de aprender. Richard Branson, el fundador de Virgin, la pasión de emprender. Lauda Dekker, la navegante que dio la vuelta al mundo en solitario a los 14 años, la pasión por navegar. Susan Polgar, la pasión del ajedrez, y en muchos niños y jóvenes la pasión solidaria que los llevó a fundar minúsculas ONG, que después triunfaron.
Espero que esta nueva idea de la adolescencia, más vigorosa, exigente y optimista, penetre en nuestro sistema educativo, que vive horas de impotencia ante esa edad. De lo contrario, estaremos perjudicando a nuestros adolescentes. Mientras llega ese momento, se la cuento a ustedes, para que nos ayuden a cambiar el modelo. 

Pueden encontrar más información en www.universidaddepadres.es


José Antonio Marina es filósofo.

Biblioteca de Padres. Artículos de interés II


Adolescentes al poder


Las vacaciones multiplican las oportunidades de conocer y compartir con los hijos, pero a la vez imponen nuevos desafíos a los padres que enfrentan la resistencia de ellos. Los cambios físicos y emocionales que atraviesan los jóvenes y el mejor modo de acompañarlos, en la visión de una especialista.
"Nos dijo de todo, pegó un portazo y se encerró en su cuarto. Solo estábamos contándole que nos iríamos de vacaciones en familia, como todos los años, y su reacción nos sorprendió. Ella quiere ir con sus amigas, no con nosotros, está cerrada al diálogo y la verdad es que no sabemos cómo abordarla". La que habla es Marta, madre de Julieta, una adolescente de 17 años y piernas interminables, que lleva el pelo por la cintura y parece dispuesta a defender con uñas y dientes el nuevo espacio de independencia que siente haber conquistado. Marta y su marido, Juan Cruz, empezaron a notar cambios en su conducta hace ya casi un año –mal humor, alteraciones del estado de ánimo, una actitud defensiva-, pero explican que el tema de las vacaciones en familia y la preocupación de Julieta ante la posibilidad de espaciar la frecuencia de encuentros con sus amigas precipitó una crisis imprevista y aún irresuelta, que pone en jaque el esperado viaje del grupo familiar a la costa. "No quiere ni hablar con su padre y conmigo", relata Marta. "Pareciera que todo lo que proviene de nosotros le molesta. Ahora dice que no va a venir a Miramar, donde pasamos enero todos los años y que se va con sus amigas a San Bernardo, que si la entendemos bien y sino también, así nos habla”.

Los padres de chicos jóvenes descubren, a medida que sus hijos crecen, que las problemáticas que hasta determinado momento los habían preocupado o angustiado parecen menores en comparación con los que les plantean los adolescentes a partir de los 16 o 17 años. Ya lo expresa el dicho popular: “Chicos chicos, problemas chicos. Chicos grandes, problemas grandes.” Es cuando se topan con las primeras resistencias de sus hijos a seguir manteniendo rutinas o hábitos adquiridos en la infancia que se ven exigidos a renegociar las reglas, a exponer sus razones y a atender también las de los adolescentes, que hasta  entonces respondían mansamente a las reglas o indicaciones impuestas por sus padres. Las vacaciones pueden ser, en este marco, una de las situaciones más complejas que enfrentan hijos y padres.
Es sabido que la adolescencia trae aparejados una serie de cambios físicos y emocionales que afectan a los jóvenes y con frecuencia los llevan a modificar su forma de actuar, de pensar y sentir, y a cuestionar su relación con la autoridad y los mayores, entre los que se cuentan, en primer término los padres. Como en el caso de Julieta, el hecho de sentirse forzados a cumplir con la rutina de las vacaciones familiares puede desencadenar reacciones imprevistas, explican los especialistas, y dejar expuestas fisuras en el vínculo que antes los padres manejaban a su modo sin ser cuestionados por sus hijos. Es que ellos, los más jóvenes, son los mismos de siempre, pero a la vez muy distintos; en pleno crecimiento, están dispuestos a todo para experimentar la vida desde una nueva perspectiva: la suya. Esto trae aparejada una etapa de crisis, inevitable, que les permitirá, en el largo plazo, encontrar su lugar en el mundo e ir definiendo su identidad más allá de los mandatos externos.

“El adolescente siente que la infancia llegó a su fin, y con esa percepción se disparan cambios que no son fáciles de manejar”, explica la médica psicoanalista especialista en adolescencia N. Graciela Kohen. “Los cambios indican el fin de una etapa y el encontrarse con un mundo nuevo y desconocido, que los enfrenta a emociones turbulentas, a intensos sentimientos de tristeza, de rebeldía, o de angustia, que cada uno atraviesa a su modo, con mayores o menores dificultades. Los adolescentes pierden la seguridad de la infancia y la confianza en padres que antes veían idealizados, al mismo tiempo que experimentan cambios físicos evidentes y aspiran a ideales que los movilizan e inspiran, ven a los adultos de un modo más realista y esto los enfrenta a una profunda desilusión.”

Los jóvenes aspiran a conquistar una mayor libertad, y a ampliar su autonomía, al tiempo que experimentan temores nuevos, explica la especialista.  “En la pubertad y especialmente en la adolescencia, la voluntad de búsqueda, la curiosidad, los cambios de modelos e ideales los enfrenta con una realidad a la vez deseada y temida. Es el tránsito, el camino a la identidad. La sexualidad aparece en primer plano pero la curiosidad y la voluntad de conocer y experimentar son el verdadero motor de esa búsqueda, la necesidad de saber y experimentar. La familia, en ese contexto, también enfrenta una crisis que a menudo exige un reacomodamiento de cada uno de sus integrantes, hasta que cada uno encuentre su lugar”.
Frente a este panorama, ¿cómo seguir compartiendo en familia sin afectar la necesidad del adolescente de expandir sus vivencias por fuera del círculo familiar?

El hecho de que los jóvenes sientan que la mayor contención afectiva pasa por la relación que mantienen con sus pares –suelen considerar que entre ellos se entienden mejor que con los adultos, y que comparten más intereses comunes que con los mayores-, hace que, a los ojos de los hijos, los padres puedan aparecer como figuras amenazantes, lo que los pone “a la defensiva”. Ante este hecho, los especialistas sugieren intentar adoptar una actitud amigable con los hijos, antes que represiva. Lo importante, subrayan, es que los padres sigan poniendo reglas y límites pero atendiendo las necesidades de los chicos, que atraviesan un momento delicado. Lo ideal es que los padres porten una cuota de necesaria tolerancia, ante  las fluctuaciones en los estados anímicos de los hijos, que oscilan entre el silencio sepulcral y la verborragia, entre la idolatría y la descalificación de los mayores. Los padres seguirán siendo referentes para sus hijos, y es importante que tengan en cuenta esto aunque no sean reconocidos en esta etapa.

“Los chicos necesitan del grupo adolescente, que les sirve de soporte. El grupo le permite al adolescente sentirse contenido, comprendido, compartiendo el dolor y la alegría con sus pares” explica Kohen. “El adolescente se opone a lo establecido, ‘si los adultos no usan piercing, me lo hago, dicen, si dicen no al tatuaje, me marco…Soy distinto al adulto’ es lo que expresan.”

La necesidad de los adolescentes de conquistar un espacio propio y sentir que ensanchan su autonomía puede tornarlos antipáticos e incluso agresivos. En esa lucha que los chicos establecen se juega para ellos la posibilidad del crecimiento y la independencia.

¿Cuáles son entonces las alternativas posibles, a la hora de invitarlos a compartir unos días en familia?

Una posibilidad es ofrecerles –no obligarlos- a pasar parte del tiempo libre con sus amigos y otra parte con el grupo familiar. Para eso, la familia debería considerar los gustos y preferencias del adolescente, en relación a las rutinas o actividades que se realicen.
Idealmente, la elección del lugar de vacaciones debería contemplar sus gustos -lugares adecuados para salir, actividades de su interés, posibilidad de compartir tiempo con sus amigos-. Se les puede proponer, también, participar de la organización del viaje o tener alguna responsabilidad a su cargo.
El mayor desafío de los padres de adolescentes es mantener siempre abiertas las vías de comunicación, para que el adolescente acepte bajar la guardia y compartir con el grupo familiar. Incluso proponerle que vaya acompañado/a de algún/a amigo/a.
Un componente necesario para atravesar este proceso de la mejor manera posible, será la paciencia de los padres “cuestionados”.

“En el camino –afirma Kohen- el joven encontrará otras familias, otros ejemplos, identificaciones nuevas que enriquecerán su personalidad. Los amigos, las parejas, los trabajos,  la facultad, los profesores, los grupos distintos por los que irá rotando, le ayudarán a aprender a manejarse en este mundo complejo que deberán enfrentar. El adolescente es un creativo que se anima a lo nuevo, que experimenta, no sin dolor, una etapa de arduo crecimiento. La oposición, la discusión o la pelea con los padres de la infancia, le darán la fortaleza que necesita para llegar a la adultez. Esa será la expresión de emociones nuevas que convivirán con expresiones de ternura y amor por sus padres, que le costará más reconocer. El adolescente necesita de los límites, y que le recuerden valores y normas, pero también respeto y un acompañamiento amoroso que lo ayude a sortear el doloroso proceso de lograr la independencia, la autonomía, sin destruir los vínculos”.

¿Sugerencias para padres preocupados, entonces? “Ante todo –sostiene la psicoanalista- recordar que los adolescentes luchan por que se respeten su lugar y sus diferencias, en un recorrido doloroso plagado de duelos, tristezas y decepciones difíciles de tolerar. El adulto, que también sufre,  debe saber  esperar,  estar atento a los momentos en que  el diálogo se torna imprescindible: esperar que la puerta del cuarto se abra, que el hijo esté dispuesto, para invitarlo a compartir o conversar”.
Según la especialista “las vacaciones son una oportunidad única de estar cerca de los hijos adolescentes, y al mismo tiempo plantean una situación conflictiva, que amerita una nueva organización. La noche  suele plantear el primer problema. Los adolescentes salen de noche, y ese es el momento de las nuevas  experiencias, como la ‘previa’, la espera junto con sus amigos de la hora de entrada a la disco, y que puede venir acompañadas de invitaciones a tomar alcohol, o la intención de preparase para enfrentar sin tanto miedo el encuentro con los otros. He tenido referencia de padres que en vacaciones dejaban hacer la previa en sus casas para poder controlar el alcohol.”


¿Qué pueden hacer los padres en este sentido, para ayudar a sus hijos? “Hablar con ellos, sin alarmarse, sin negar sus dificultades ni juzgarlos negativamente. Conversar y conocer la postura de su hijo ante la previa, ante el alcohol, es un primer paso para iniciar el diálogo y plantear los riesgos y límites que el adolescente debe conocer.” Al día siguiente, habrá que respetar el descanso de los hijos que se han acostado tarde, pero tampoco está de más poner un límite, por ejemplo, a la hora del almuerzo. “Los padres, que  comprenden la necesidad del adolescente de una vida social que lo ayude en la integración, también deberán poner  el  límite con un horario que indique la necesidad, también del adolescente, de conectarse con el mundo de los adultos. Puede hasta sorprender tanto el malhumor con que el adolescente puede responder  a la propuesta, como la necesidad de relatar alguna de sus experiencias o de sus amigos, sobre todo si hubo angustia.”

Biblioteca de Padres: artículos de interés I

ENTREVISTA | Adaptación física y psíquica
Las claves necesarias para entender a tu hijo adolescente

El profesor Fernando Alberca.| Delafuente
  • Los padres deben transmitirles a sus hijos seguridad y confianza en sí mismos
  • El adolescente hace caso a sus padres, pero nunca se lo va a reconocer
Beatriz G. Portalatín | Madrid
Actualizado sábado 22/09/2012 11:22 horas


"La adolescencia es la etapa más rica que tiene el ser humano". Así define Fernando Alberca a este tramo de nuestra vida que tiende a asociarse siempre con problemas y conflictos, lo que asegura, es un "verdadero error". Aunque es licenciado en Filosofía y Letras, su amplio bagaje dentro del mundo educativo (Máster en dirección de Centros Educativos, Máster Oficial en Neuropsicología y profesor de la Escuela de Magisterio del Sagrado Corazón de la Universidad de Córdoba entre otros muchos) le ha definido como uno de los mejores expertos del mundo en esta disciplina. Y es que si en algo cree profundamente este profesor es en que la adolescencia es la mejor etapa de todas. "Es la más creativa y donde más conflictos se resuelven", afirma contundente.
El autor de 'Todos los niños pueden ser Einstein' vuelve de nuevo con un libro para los padres, 'Adolescentes. Manual de instrucciones', donde ofrece las claves necesarias para "pulsar el botón exacto" que necesita todo adolescente.
"A veces se pone insoportable, me desespera, ¡qué ganas de que pase ya esta etapa!", le contaba una madre de un niño adolescente al autor de este libro. Estas frases y otras parecidas son recurrentes a la hora de hablar de chicos en esta edad, pero lo que realmente necesitan los padres, explica el experto, es ser positivos, más pacientes e intentar comprender las necesidades de su hijo. "Exigir, comprender, querer, saber escuchar, ser pacientes y, sobre todo, darles seguridad", enumera. Porque algo muy importante es saber que el adolescente hace caso a sus padres, "pero nunca se lo va a demostrar ni a reconocer", matiza.
Su mundo interior
La seguridad es algo fundamental que los adolescentes, como su propia palabra indica, adolecen. Necesitan seguridad, confianza en sí mismos y como define este educador, les falta el equilibrio, porque saben que aún no están formados, que están creciendo y que tienen todavía mucho camino por andar.
Por lo general, a esta edad los jóvenes exageran sus defectos y valoran muy poco lo que tienen. "Están continuamente construyendo frases e ideas que nacen y mueren en su pensamiento", asegura el especialista, porque temen que al contarlas puedan ser tachados de poco audaces o poco experimentados.
"Les da miedo la exposición y el juicio de los demás, por ello se recluyen y necesitan además hacerlo, en su cuarto. Allí necesitan sentirse libres y se adentran en su mundo interior y su silencio porque están elaborando su personalidad. Hay que respetar esa necesidad que tienen y no exigirles que hagan cosas de adultos ni tampoco recriminarles que hagan cosas de niños", expone Fernando Alberca.
Los padres, reitera este experto, deben darle a su hijo la confianza que necesita, enfatizando sus aciertos, explicándole donde ven su inteligencia y su bondad, y entonces, señala el escritor, elegirá bien su camino. Porque si hay un aspecto donde quiere incidir especialmente es que la adolescencia es el momento perfecto para rectificar lo que se hizo mal o no se llegó a hacer del todo durante la infancia. Por ello es necesario, e indispensable, que los padres le ayuden a elegir bien y que le hagan elegir lo antes posible. Estos dos puntos son claves.
"No importa si se equivocan, pues el fallo está en el aprendizaje". Además, matiza, que los equívocos deben producirse durante estos años ya que nuestra red de errores es aún muy amplia. "Cuando somos mayores, las decisiones son más trascendentales y nuestro margen de error es ya mucho más pequeño", apunta, "es en la adolescencia cuando debemos equivocarnos".
Su aspecto
Cuenta el autor de este manual de instrucciones que todos los adolescentes tienen complejos y, sean más o menos guapos, todos son temerosos e inseguros, ya que es un aspecto propio de la edad. Y la razón que muestra el experto es muy contundente: "Tienen complejos porque aún no han experimentado todavía el éxito con esos defectos. A pesar de tener una nariz o un cuerpo que no les guste, pueden tener mucho éxito con otras personas".
Aunque al adolescente desea ser y verse atractivo, también necesita otras cosas. Es más, "un estudio realizado hace algunos años sobre las preferencias de los adolescentes, mostraba que lo que más les atrae es la personalidad y la seguridad del otro. Salir con alguien guapo solo les da prestigio, pero lo que les gusta y les engancha después del primer momento es la personalidad, la seguridad y, en el caso de las chicas, la generosidad.
Para combatir los defectos de sus hijos, o sus miedos e inseguridades físicas, los padres deben no perder tiempo en hablar de esos complejos, y "simplemente exagerar sus puntos fuertes evitando frases del tipo: "Eres muy guapo, a pesar de tu nariz". "En lugar de intentar combatir un defecto, explicarle sus puntos fuertes. Llenar el depósito de todo lo bueno y positivo que tiene", reitera.
Como conclusión, señala que no es un problema sólo de los adolescentes sino de la población general, debido a la cultura actual, el que no se entienda que los defectos son muy atractivos. Se lamenta que es curioso ver como alguien que se somete a una operación de estética pierde su atractivo. "¿Cómo le explicaría a esta persona que justo su imperfección estaba perfectamente puesta?", señala. Y precisamente, ésa es la clave que este educador defiende: "Debemos, como padres, enseñar al adolescente a tener éxito optimizando sus cualidades".

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sábado, 5 de diciembre de 2015

BIBLIOTECA DE PADRES.


El Instituto pone a vuestra disposición la "Biblioteca de Padres". En ella podréis encontrar libros muy interesantes que siempre pueden ayudar en el proceso de educar a vuestros hijos.


Un tablón con noticias sobre temas educativos y revistas con orientaciones para la elección de carreras, etc. completan la oferta de este espacio.


Si os apetece visitarlo o si estáis interesados, no tenéis más que pasaros por el Instituto o hablarlo con el tutor de vuestros hijos.

   

Algunos profesores nuestros en la Feria del Libro Aragonés de Monzón

Tres profesores del IES Hermanos Argensola presentarán sus libros en la XXI Feria del Libro Aragonés (Monzón, recinto de La Azucarera). 
Estela Puyuelo hablará de su poemario "Todos los gusanos de seda" el domingo 6 a las 19:30 h. Juanjo Parcero presentará su libro de relatos "Cabeza borradora" el lunes 7 a las 17:30 h. Y Olga Asensio el cuento infantil "La alegría de Monzón" el martes 8 a las 18 h. 
Estáis todos invitados. 



 
Emoticón wink  









Escritores que nos han visitado en noviembre

Ana Alcolea


Hemos tenido un mes fructífero, literariamente hablando; nos han visitado los escritores: Ana Alcolea el pasado día 10, Óscar Sipán el 19 y Elena Chazal el 23. 
No está mal para animar a nuestros alumnos a la lectura y por qué no, a escribir ellos mismos sus propias historias.

Ana Alcolea entre alumnos de 1º ESO
Óscar Sipán frente a los alumnos de 2º bachillerato que asistieron a su conferencia.





Óscar Sipán preparando su conferencia































Elena Chazal en su conferencia con los alumnos de 1º de Bachillerato

Elena Chazal firmando algunos ejemplares de su libro "Lo que nunca se olvida".

martes, 10 de noviembre de 2015

VII Semana del Terror: premiados y relatos

Sofía Campo (2º ESO), Clara Sallán (4º ESO), Carmen Jurado y Andrés Novales (ex-aequo, 1º Bachillerato), flamantes ganadores del concurso "Microrrelatos de terror"
¡Enhorabuena, queridos escritores!

Sofía Campo (2º ESO) con nuestra Directora,
Carmen Jurado y Andrés Novales (ex-aequo, 1º Bachillerato),





Relatos:




CATEGORÍA DE 1º Y 2º DE ESO
Relato ganador: Sin título
Autora: Sofía Campo Forradellas (2º ESO B)


Era una noche de luna llena. 

Le empezaron a salir uñas largas, hocico y mucho pelo. Quiso gritar, pero de su garganta salió un terrorífico sonido: ¡¡¡auuuuh!!!





CATEGORÍA DE 3º Y 4º DE ESO
Relato ganador: El titiritero
Autora: Clara Sallán Artasona ( 4º ESO C)


Llegarán pronto. Para entonces ya será tarde (ya es tarde), pero aun así vendrán a molestarme.

Contemplo la escena mientras puedo, hermosa, triste, silente. Las grietas recorren la piedra, torturándola, mutilándola, haciéndola tan frágil, como si un soplo de viento malicioso pudiera deshacerla en polvo. Ni siquiera la piedra dura eternamente.
Aun así, dura más que ellos, pienso mientras miro la figura balanceante. La rama cruje, cansada de soportar el peso del cuerpo que gira, primero en un sentido, luego en otro, en un ritmo lento, casi hipnótico. Me pregunto si la cuerda se romperá antes de que lleguen, y si lo encontrarán derrumbado en el suelo, como un muñeco viejo, una marioneta a la que se le han roto los hilos.
Los primeros llegan al claro. Unos hacen muecas de horror, otros se miran escandalizados. Como si de verdad les importara. Veo dentro de vosotros, pienso, y sé que no os importa este desgraciado, uno más entre tantos. Pero sé por qué el horror, por qué los rostros escandalizados. Sé que os veis a vosotros en él, que veis vuestra fugacidad y vuestro futuro. Y sé que me tenéis miedo.
Pero bueno, me reprimo, basta de divagaciones, se está haciendo tarde y tienes que ir a recoger al siguiente.







CATEGORÍA DE BACHILLERATO Y CICLOS FORMATIVOS

Dos ganadores ex aequo:
Relato ganador 1: Juego de niños
Autora: Carmen Jurado (1º Bachillerato C)


- ¡Muerto! ¡Te he pillado!
- De muerto nada, que he tocado antes. El columpio es casa.
- ¿Seguro?
- Completamente.
- Muerto – rió la niña.




CATEGORÍA DE BACHILLERATO Y CICLOS FORMATIVOS
Dos ganadores ex aequo:
Relato ganador 2: La caricia más brusca
Autor: Andrés Novales (1º Bachillerato B)

Quién fuera martillo para pintar la pared de puntos rojos al acariciar tu cabeza una y otra vez.

VII Semana del Terror: actos y actuaciones




viernes, 23 de octubre de 2015

VII Semana del Terror

cartel ganador de 2015: Marina Viñuales, 1º D


¡Preparados, listos... Ya!


Ganador y finalistas del Concurso del Cartel de la VII Semana del Terror 2015


Ya empieza nuestra VII Semana del Terror en la Biblioteca del Insti: 

aquí tenéis el programa de actos, para que vayáis organizándoos los recreos:























Lunes
Martes
Miércoles
Jueves
Viernes
Biblioteca cerrada

Preparación de la biblio para la inauguración
1er recreo

Vídeos cortos de cine de terror
1er recreo

Lectura de relatos terroríficos
Por alumnos de 3º y 4º ESO
1er recreo

Vídeo musical de tema terrrrrorífico
1er recreo
Entrega de premios de los concursos de carteles y de microrrelatos en la categoría de 1º y 2º ESO
2º recreo

Vídeos cortos de cine de terror
2º recreo

Lectura de relatos terroríficos
Por alumnos de 3º y 4º ESO
2º recreo

Lectura de relatos terroríficos
Por alumnos de 3º y 4º ESO
2º recreo

Lectura de relatos terroríficos
Por alumnos de 3º y 4º ESO
2º recreo
Entrega de premios del concurso de microrrelatos en las categorías de 3º y 4º ESO
Y Ciclos y Bachillerato